INTRODUCCIÓN:
Las
líneas que siguen tienen como objetivo general desarrollar uno de los enfoques
en el campo de la literatura politológica que ha adquirido cierta hegemonía en
los análisis: nos referimos al “enfoque sistémico”; aunque se considera
pertinente hacer unas aclaratorias anticipadas.
Hay un consenso en una gran cantidad de
teóricos en denominar a la ciencia política como una “disciplina plural” (Harto
de Vera, 2005) en el sentido de que ha abrazado una multiplicidad de enfoques,
para dar cuenta de sus principales fenómenos. No obstante, esa unanimidad se
quiebra cuando el ejercicio consiste en denominar con un mismo término a esta
multiplicidad de perspectivas. Desde la referencia a “escuelas”, “teorías”,
“sectas”, y “enfoques”; cada uno de estos términos parece revelar una
dificultad en la unificación de criterios, pero optamos por seleccionar como
más adecuado el calificativo de “enfoques”. (Harto de Vera, 2005).
De
acuerdo a una exhaustiva explicación que presenta Fernando Harto de Vera (2005)
en su texto “Ciencia Política y Teoría Política contemporánea”,[1] el calificativo de
“enfoque” es más preciso, en el sentido en que, por un lado, el término “secta”
carga con un significado negativo, que no da cabida a la imagen de la
disciplina como dimensión de la pluralidad. Del mismo modo, el término
“escuela” plantea un modelo que hace referencia a la idea de “maestro/discípulo”
y evoca una sensación de relaciones jerárquicas; lo que impide ajustarse a la
visión politológica contemporánea. Por su parte, el calificativo de “teoría” es
impreciso para esta ocasión, fundamentalmente porque se trataría de un término
constitutivo de los diversos enfoques, pero no es su único elemento; de modo
que se estaría nombrando a la totalidad como si fuera una parte. (Harto de
Vera, 2005).
En este
sentido, la atención debe estar puesta en la utilidad que carga la utilización
del calificativo “enfoques” sobre los demás. Como plantea Javier Roiz (1980)[2] citado por Harto de Vera
(2005) “el concepto de enfoque encierra una doble idea de «camino a la
realidad» más «estrategia»”. El concepto de enfoque se construye en referencia
al objeto de estudio, las asunciones epistemológicas y la metodología” (p.134).[3] Justamente, esta nota
aclaratoria resulta pertinente porque el objeto de esta presentación consiste
en desarrollar uno de los enfoques de la Ciencia Política con amplia cobertura:
el enfoque sistémico, que desde el siglo pasado ha sido empleado como modelo de
análisis, o, mejor dicho, como camino para aproximarnos desde la disciplina a
la realidad.
1.-El lugar del enfoque sistémico en la
Ciencia Política:
De
acuerdo con Harto de Vera (2005), el enfoque sistémico se ubica entre los
principales de la Ciencia Política, siendo la motivación de su desarrollo la
necesidad que existía en la disciplina de incrementar “la capacidad explicativa
y comprensiva del análisis político” (p.141). En el contexto de la crisis de
los paradigmas tradicionales en la disciplina, emergió el enfoque sistémico,
aunque no como una nueva teoría, en el sentido en que representaba la
aplicación al campo de la política de la Teoría General de Los Sistemas,
propuesta por el biólogo Ludwig von Bertalanffy (Harto de Vera, 2005).
Bertalanffy
no sólo ejercería influencia sobre David Easton[4], ya que también
repercutiría en la labor teórica de autores como Gabriel Almond, y Binham
Powell,[5] y Karl Deutsch[6]. La Teoría General de los Sistemas serviría, finalmente, para aplicar
parte del conocimiento de la biología y de la física, al estudio de las
ciencias sociales. (Harto
de Vera, 2005).
Ciertamente,
existe una gran variedad de modelos a lo interno del enfoque sistémico, desde
los clásicos, mencionados en párrafos previos, hasta L.W. Pye[7], F.W Riggs[8], García,[9] entre muchos otros. No
obstante, el interés de la siguiente presentación estará colocado en el aporte
de Niklas Luhmann al enfoque sistémico, y su relevancia para la comprensión de
la teoría de la democracia en la sociedad contemporánea.
2.-Análisis
de “La teoría política en el Estado de Bienestar”[10]
y su aporte a la comprensión de la democracia contemporánea
El enfoque luhmanniano se separa de la teoría
tradicional de los sistemas y se inscribe en el marco conceptual de la autopoiesis. Al respecto, conviene
señalar que la teoría de los sistemas luhmaniana se plantea como una teoría
política no normativa, y que se aparta de los esquemas enraizados del behaviorismo.
(Vallespín, 1993).
En este marco, el texto La teoría política en Estado de Bienestar es uno de los más
importantes escritos políticos de Niklas Luhmann, dedicado al estudio de la
dinámica del sistema político en general. En lo tocante a la comprensión de la
realidad, este autor se ha interesado por ofrecer explicaciones a los hechos
del acontecer político desde una visión estructural y holística; tal como lo
expresa Fernando Vallespín: “a este respecto conviene dejar sentado que la
teoría luhmanniana, como la teoría social clásica, aspira a ofrecer una teoría
general de la sociedad. Sus trabajos sobre el sistema político constituyen,
pues, una de tantas parcelas sobre las que fija su foco de interés” (Vallespín,
p. 10).
3.-Teoría
y circularidad
Su
énfasis teórico se muestra en su pretensión por elaborar una teoría de la
sociedad que no tiene un centro del cual partir, para observar y poder
describir la complejidad de la realidad. Ello coloca al investigador en una
situación delicada donde no puede ubicarse como un observador externo a los
procesos que estudia; de modo que “quien observa debe someter su descripción a
una observación recursiva de su propia tarea. Observador y observado forman
parte del mismo objeto descrito, y lo quiera o no, el observador reencuentra en la observación de lo que
observa” (Vallespín, p. 12).
4.-Diferenciación
social y sistemas sociales
Para comprender el modelo de Luhmann conviene
conocer su teoría de la evolución social, a partir de la cual deriva su
concepto de sistema social y su funcionalidad como herramienta explicativa. (Vallespín,
1993).
Vallespín (1993) hace la siguiente aseveración
“la teoría de Luhmann es, como la propia teoría social clásica, una teoría de
la sociedad moderna. Y, como en aquélla, nos encontramos aquí también con una
reflexión sobre la sociedad contemporánea desde un estudio de sus procesos constitutivos”
(p.12).
Para Luhmann la evolución social debe ser comprendida “como un proceso de
diferenciación, de selectividad social constante a través de la articulación de
un complejo entramado de roles, normas, instituciones, etc.” (p.12).
Nuestro autor establece una tipología de la
diferenciación social, la cual, según él, permite explicar la evolución de la
sociedad, para poder hacer más comprensible su interpretación de los hechos que
tienen su lugar en la realidad. En su perspectiva, el proceso de diferenciación
al cual alude se ha expresado de tres maneras: como diferenciación segmentaria,
diferenciación estratificatoria, y la funcional. De acuerdo a su análisis,
estos tipos de diferenciación pueden corresponderse con distintas etapas de la
evolución social de la humanidad. Entre ellas, la diferenciación funcional es
la que ha podido definir más ajustadamente los procesos que ocurren en la
realidad social contemporánea.
En
este marco, según Vallespín (1993), entonces, el concepto de sociedad en
Luhmann debe ser interpretado como un tipo de sistema funcionalmente
diferenciado, en donde no se puede comprender la dinámica general de las
relaciones sociales desde la atención a un subsistema en particular que prevalezca
sobre los demás, sino como resultado de la interacción de todos. Como afirma el
propio Vallespín:
Luhmann parte, en
efecto, de la idea común al enfoque convencional de la teoría de los sistemas,
de que en la sociedad moderna ninguno de sus dominios funcionales prevalece
sobre los demás. La sociedad no se puede aprehender, por tanto, desde supuestas
categorías centrales como «sociedad civil/Estado», «sociedad
capitalista/sociedad socialista», u otras. Sólo a partir de su definición como
sistema funcionalmente diferenciado, integrado por distintos subsistemas
(política, derecho, educación, religión, familia, etc.) puede sacarse a la luz
toda su multiplicidad. (p.13)
La presencia de una multiplicidad de
subsistemas en la sociedad se justifica, en tanto y en cuanto permite manejar
la “complejidad”, que se corresponde a cada dimensión funcionalmente
diferenciada; esto quiere decir que cada uno de los sistemas son un producto
que se deriva la selección de hechos, y situaciones que tienen lugar en la
cotidianidad.
5.-Complejidad
y contingencia:
En
la teoría Luhmanniana se deben considerar dos conceptos fundamentales para la
comprensión de los hechos: estos conceptos son el de Complejidad y el de
Contingencia (Vallespín, 1993).
Según Fernando Vallespín, en Luhmann el concepto de complejidad se debe comprender
como “la existencia de un conjunto de
posibilidades superior a las que de hecho pueden ser realizadas y exigen algún
tipo de selección entre ellas.”
(Vallespín, p. 14).
Mientras
que el concepto de contingencia se
refiere a “la existencia de esas otras
posibilidades, a la presencia de alternativas o formas funcionalmente
equivalentes de lidiar con una realidad compleja” (Vallespín, p. 14).
6.-La autorreferencia y
autopoiesis:
Al emprender un estudio de la sociedad, Luhmann
se interesó por indagar y explicar sus procesos constitutivos fundamentales. En
este sentido, el autor parte por considerar que todo sistema debe abrazar dos
procesos esenciales, mediante los cuales puede asegurar su propia
funcionalidad: la autorreferencia y la autopoiesis.
6.1) La autorreferencia: tiene
que ver con la facultad que adquiere un determinado sistema para ser consciente
de sí mismo, y la pericia para saber establecer sus límites con respecto al
ambiente que lo rodea y en el cual se haya situado. En este sentido, para
asegurar su autorreferencia todo sistema debe verse inclinado a establecer una
diferenciación entre aquello que se encuentra adentro de sus límites, y todo lo que se sitúe fuera de sus fronteras.
Con la autorreferencia es posible, entonces,
que el sistema pueda auto-observarse, y con ello asegura su capacidad para establecer
discriminaciones entre aquello que forma parte de su ámbito de acción frente lo
que es ajeno a él. De modo que, la delimitación entre sistema y entorno de ese
sistema se transforma en un asunto derivado de ese primer requerimiento.
6.2) Autopoiesis:
tiene
que ver con la capacidad de todo sistema para generar su propia organización y
producir sus propios elementos constitutivos. De acuerdo a una aseveración que
hace Fernando Vallespín, se trata de un concepto que Luhmann toma de las
ciencias biológicas, a partir de la publicación en 1974 de la obra “Autopoiesis: the organization of living
systems, its characterization and a model. Biosystems”[11]
de los científicos chilenos F.Valera y H.Maturana. La particularidad de este
concepto es que refleja el tránsito en la teoría de los sistemas, de abandono del
paradigma mecanicista en los análisis, para concentrarse en un modelo que ahora
permite comprender los sistemas como seres vivos.[12]
La autopoiesis en la teoría de los sistemas, en
Luhmann, se refiere entonces a la facultad que estas entidades tienen para
componer de manera autónoma su identidad, y su propio margen de diferencia,
frente a los demás subsistemas; al tiempo en que también se manifiesta como la
capacidad de procesamiento de la información y manejo de las relaciones con su
ambiente. En este marco, el sistema adquiere la posibilidad de producir por sí
mismo sus límites, procesos y elementos,
aunque de esto se excluiría el entorno material donde tendría asentamiento (Vallespín, 1993).
7.-El
rol de la comunicación en el enfoque sistémico:
La forma como se lleva a cabo el proceso de
autopoiesis en el sistema Luhmann lo asocia al factor que se genera y se
expande a lo interno de ellos: a las
comunicaciones. En términos generales, se puede argumentar que la sociedad
Luhmann la observa como una interacción de comunicaciones, donde cada
subsistema funcionalmente diferenciado cuenta con un medio de comunicación
particular (llámese Dinero, Poder, Religión, etc.) que alimenta la dinámica a
lo interno de estos sistemas, garantiza los procesos de autorreflexión, al
tiempo en que les otorga sentido a sus propias funciones.
Desde los procesos de intercambio comunicativo,
entonces, es posible emprender el ejercicio de observación sobre otros
subsistemas, y ocurren dos fenómenos que Luhmann referirá en los siguientes
términos: penetración e interpenetración. Con lo primero, el autor se referirá
a aquel proceso cuando un sistema determinado coloca a disposición de otro sistema la complejidad que los
compone, en este sentido ocurre la penetración. Mientras que la
interpenetración sólo tendrá lugar cuando la observación de la complejidad sea
un proceso bidireccional, entre dos subsistemas en interacción. (Vallespín,
1993).
8.-Sistema político y el Estado
de Bienestar
La
teoría política en el Estado de Bienestar Luhmann la presenta
como un modelo de aplicación de su teoría sistémica general, para explicar el
sistema político, que a su vez muestra la influencia del contexto en el cual
fue creado: la crisis del Estado de Bienestar. (Vallespín, 1993).
En términos puntuales, siguiendo las
consideraciones realizadas por Vallespín, se puede afirmar que el texto de
Luhmann tenía la pretensión de plantear el problema de la crisis del Estado de
Bienestar, pero desde la perspectiva de la teoría de los sistemas. En este
sentido, la visión luhmanniana ensambla un complejo de conceptos
sistemáticamente entrelazados para presentar, a su vez, la realidad al mismo
tiempo como si fuera un sistema. (Vallespín,
1993).
La visión que el autor tiene de la Sociedad se
presenta como una dimensión sin un agente central que ejerza control sobre los
demás ámbitos: como no duda en afirmar: “una sociedad que está escindida en
sistemas funcionales no dispone de ningún órgano central. Es una sociedad sin
vértice ni centro” (Luhmann, p. 43). A partir de lo cual se abre una brecha
entre la forma cómo la Teoría Política tradicional concebía la dinámica en la
sociedad, frente a una perspectiva contemporánea que adopta otra forma explicar
los hechos sociales.
El siguiente recuadro tiene como propósito
ilustrar este cambio de concepciones:
LA
TEORÍA POLÍTICA TRADICIONAL
LA PERSPECTIVA
DE LUHMANN
Mientras que para la Teoría Política
tradicional los centros de poder de la sociedad son el Estado y la Política...
El modelo luhmanniano sostiene que,
considerar como centro a la política en una sociedad funcionalmente diferenciada,
implica destruir a esta propia sociedad. Es necesario recordar que, para
nuestro autor, “una sociedad que está escindida en sistemas funcionales no
dispone de ningún órgano central. Es una sociedad sin vértice ni centro”
(Luhmann, p. 43).
En la Teoría Política tradicional el sistema político podía “tematizar” sus
límites. Desde este enfoque la figura del Estado era el elemento desde
donde podía efectuarse la autodescripción del sistema político. (Vallespín,
1993).
En este orden, como el Estado es la
herramienta que permitía esa autodescripción, es desde esa figura en que
comienza a configurarse el concepto de la política. (Vallespín,
1993).
Siguiendo la interpretación de Vallespín, de
acuerdo a este enfoque, la política, entonces, deja de ser un elemento
equivalente al Estado y pasa a transformarse en una dimensión que es determinada
directamente por él. (Vallespín, 1993).
Precisamente, en medio del desarrollo del
modelo de Estado de Bienestar, se conserva la noción de otorgar a la política
una responsabilidad general sobre toda la sociedad. Pero las consecuencias
más directas de estas competencias universales se mostrarían en la figura de
un Estado en situación de incapacidad, y limitado en sus acciones políticas
para influir en el entorno y resolver los principales problemas que debe
manejar, ante la ausencia de límites claros en sus funciones. (Vallespín,
1993).
El problema principal del cual adolece este
modelo, Luhmann lo refiere sintetizadamente como “el desbordamiento del Estado por la política”. En su
perspectiva, el Estado de Bienestar se apoya sobre una noción de la política
desde donde se generan situaciones, que derivan en problemas más complejos,
los cuales difícilmente puede atender y resolver, pero que en cierta forma
son resultado de sus pretensiones de responsabilidad global. (Vallespín,
1993).
Además, en el diagnóstico de Luhmann el
problema que se le presenta al sistema político en la realidad contemporánea
se refleja en la incapacidad que este tiene para poder explicar sus funciones
y las de los demás subsistemas. La pregunta ordenadora inquiere entonces “¿cómo
puede cumplir su función?”. (Vallespín, 1993).
El
desarrollo del Estado y la configuración del sistema político en la
perspectiva tradicional:
En la medida en que el Estado se posicionó como principal autorreferente del Sistema
Político, se pudo ir estableciendo una diferenciación de este sistema
frente a los demás; a partir de lo cual logró tematizar sus límites y
adquirió también su autonomía, ya que se ubicó como principal autorreferente
desde donde se concedería el sentido a las demás nociones y conceptos
fundamentales de la política. (Vallespín, 1993).
Ahora bien, de acuerdo a la interpretación
que hace Vallespín, no fue sino hasta la institucionalización del Estado Constitucional cuando esta
entidad política adquiere un tipo de “neutralidad
jurídica” en relación a los enfrentamientos políticos con los cuales muy
a menudo solía lidiar. En este sentido, nos referimos al comienzo de una
nueva etapa cuando el Estado adquiere
independencia, ahora no sólo frente
a la sociedad, sino también ante
la propia idea de la política. De esta manera, se trataba de una
conceptualización del Estado como una figura compleja que promovía la
convivencia, a pesar de los conflictos y las discrepancias políticas. (Vallespín,
1993).
Conforme a esta lógica, se trata de un sistema
que, mediante la autorreferencia y autodescripción, como Estado, conduce a la
política dentro de un esquema jerárquico, y cargaba con efectos de naturaleza jurídica a las decisiones con
consecuencias políticas. De esta forma, se plantea una idea de la política como dimensión circunscrita a los límites del sistema por medio de la referencia
al Estado como elemento identitario. (Vallespín, 1993).
Según Vallespín, con el desarrollo de una
reflexión teórica en torno al Estado, se pudo contar con algunas herramientas
del pensamiento para delimitar las funciones y límites del Sistema Político,
encarnado en la forma de Estado Constitucional; aunque sería un fundamento
teórico que a la larga no daría cabida a los procesos de desarrollo social
futuros. (Vallespín, 1993).
El
desarrollo del Estado de Bienestar y las dificultades para determinar las funciones
del sistema político en la realidad contemporánea:
En el diagnóstico de Luhmann la teoría tradicional del Estado no tomó
en cuenta el proceso evolutivo de la sociedad. En su perspectiva no se
percató que la forma tradicional del Estado podría derivar en nuevas formas
de organización social. Justamente, el
Estado de Bienestar aparece sin la previsión de aquella, y sin el soporte teórico adecuado, en el
sentido de como ocurrió con el Estado Constitucional que se cristalizó como
teoría.
En este sentido, el Estado de Bienestar nace como consecuencia de procesos de cambio
social y de objetivos políticos, carentes
de algún entramado teórico definido o concreto. En razón de lo anterior
es que Vallespín infiere que el propósito central de Luhmann precisamente tenía la intención de reflexionar en torno a la
Teoría Política en el Estado de
Bienestar, para revelar sus carencias y proponer una teoría que pudiera
contribuir a fijar los límites del sistema político tan requeridos.
En términos generales, Luhmann observa la crisis del Estado de Bienestar como un resultado
de la ausencia de una teoría sobre la idea de la política y sus límites.
En su perspectiva, las dificultades para establecer procesos de transparencia
a lo interno del sistema político y en la comunicación con otros subsistemas
es lo que ha derivado en la crisis, de modo que todo se reduce a un problema
de ajuste entre el sistema y su entorno.
El
rasgo determinante en el Estado Social se ubica en la constante incorporación
de numerables asuntos, de intereses y de temas como si fueran competencia de
la política. Precisamente
esto ha hecho que la autodescripción del Estado no se ubique ahora
exclusivamente en la esfera institucional, puesto que también tendrá lugar en
las expectativas y las pretensiones que formule y acobije.
9.- La
crisis del Estado de Bienestar y la necesidad de un enfoque sistémico:
De acuerdo con Vallespín (1993), luego de haber
abordado en un sentido comparado la forma cómo la teoría tradicional concibe la
idea de sociedad, otorgando un papel central a la política y al Estado, desde
donde define los límites del sistema político; y en contraste, al observar las
condiciones de insuficiencia en la Teoría Política contemporánea, que no puede explicar las funciones y los
límites de la política, lo cual se ha reflejado en la crisis del Estado de
Bienestar, Luhmann ha hecho énfasis en el estado del sistema y su pérdida de control
directo sobre una cantidad de temas que ha asumido como si fueran asuntos de su
competencia. Como resultado de la sobreatención a las necesidades, éstas se han
reproducido en un sentido inimaginable, con expectativas que se hayan superando
las verdaderas capacidades con las cuales cuenta el aparato estatal para
satisfacer los reclamos sociales.
La aparición de la forma de Estado de Bienestar
se hizo sin contar con una reflexión teórica que sirviera de soporte. Esta
situación el autor la interpreta más como un problema de naturaleza teórica, o
mejor dicho “de falta de reflexión de la política sobre sus propios límites”
(Vallespín, p. 23). En este orden, la crisis del Estado de Bienestar Luhmann la
desentraña como un problema de arreglo entre el sistema y el entorno, esto es,
de la imposibilidad de establecer barreras entre las áreas de competencia, y de
sostener a la vez relaciones comunicativas en el sistema político con
transparencia a lo interno de su propia estructura, y con otros subsistemas.
En este sentido, nos encontramos frente a un proceso
de desbordamiento dentro de las inmediaciones del propio sistema político. La
forma como son resueltos los problemas en la forma de Estado Constitucional,
apelando a los instrumentos jurídicos, pierden fuerza debido a que se trata de
una situación donde el Estado de Bienestar ha perdido el control de los ámbitos
que ha asumido como espacios de su responsabilidad. Tal cual como el propio
autor lo expresa “el sistema político,
edificado como Estado de Bienestar, se introduce en una relación social y, por
tanto, en una relación con el ambiente que él mismo ya no puede controlar” (Luhmann,
p. 119).
CLAVES
PARA RESOLVER LA CRISIS:
En el marco de este diagnóstico, Vallespín
advierte que Luhmann considera fundamental desarrollar un concepto de
naturaleza restrictiva y no expansiva de la política. Un concepto expansivo de
la política es el que ha venido conduciendo la dinámica del Estado de Bienestar
hacia una crisis sin precedentes; en su lugar, la propuesta de nuestro autor
plantea un tipo de concepto de la política como un sistema funcional entre
otros tipos, que puede identificar sus propios límites y orienta sus
actividades a través del principio de la eficiencia. (Vallespín,
1993).
Justamente, el tipo de razonamiento sistémico
adquiere relevancia para pensar la crisis del Estado de Bienestar, porque
propone un concepto de política que debe ser consciente de sus vínculos con
otros sistemas funcionales, con los cuales debe asegurarse en mantener una
relación comunicativa adecuada, por resultar esenciales para el intercambio de
influjos sin afectar los estatus de autonomía respectivos. (Vallespín,
1993).
En
términos puntuales, la propuesta de una teoría política en el Estado de
Bienestar, a la luz de la interpretación que hace Vallespín de Luhmann,
pretende promover una reflexión que considere los siguientes elementos:
Ø En
primer orden, desarrollar un entramado
teórico que tome en cuenta los instrumentos políticos y administrativos desde
donde se puedan solventar determinados problemas con la identificación de sus
limitaciones. La necesidad de poder ser conscientes de los recursos y medios
disponibles en el sistema político se convierte en un elemento prioritario;
muchos de los problemas asociados a la aplicación de políticas se encuentran
relacionados a la falta de previsión de los recursos disponibles; una situación
que deriva en el choque de una cantidad de expectativas superior a la cantidad
de respuestas a los reclamos; lo cual deriva en riesgos, conflictos e
inestabilidad.
.
Ø Una de las funciones más importantes de
todo subsistema que compone la sociedad en general es conservar su
autodescripción y diferenciación. El sistema político debe
inscribirse en esta misma línea.
Ø En
este sentido, todo sistema deberá ser consciente de que la imposibilidad de
resolver un problema determinado indica que esa dificultad probablemente podrá
ser resuelta por otro subsistema que sí posea los recursos; a partir de lo cual
adquiere su conciencia en sus límites.
Ø El reconocimiento de los límites de la
política, al cual alude Luhmann, implica que el sistema político sea consciente
de los problemas que no puedan ser resueltos en sus inmediaciones.
Ø El
sistema político debe lograr restablecer un proceso de comunicación claro a lo
interno de su propia estructura.
Ø Justamente, el enfoque sistémico adquiere
relevancia para la Teoría Política en sentido de hacer más comprensible las
razones de la crisis del Estado de Bienestar, o del estado de crisis de la
política en la contemporaneidad. A la luz de este modelo se explica cómo la
política, a pesar de ser un subsistema más dentro de la sociedad, se ha
inclinado por resolver otros problemas que no se encuentran en su radio de
acción; lo que ha derivado en una crisis de funciones. En este sentido, el
enfoque sistémico manifiesta su importancia explicativa.
10.- La
idea de la democracia en Luhmann
De acuerdo con Fernando Vallespín, Luhmann
entiende la democracia como “el mantenimiento de la complejidad a pesar del
continuo trabajo decisorio, el mantenimiento del ámbito de selección más amplio
posible para decisiones siempre nuevas y diversas” (Vallespín, p. 27).[1]
En la Teoría Política en el Estado de Bienestar
Luhmann considera a la democracia como un criterio que debe asegurar la
dinámica general del sistema político, esto es, los procesos comunicativos que
ocurren de forma circular a través de los tres subsistemas que a su vez lo
componen, los cuales Luhmann identifica como: el público, la administración y la política.
Entonces,
la “circulación dinámica” que plantea el modelo luhmanniano interpreta los
procesos en la sociedad de la siguiente forma:
En
términos generales, se podría decir que la democracia sería el elemento dentro
del sistema político que se encargaría de asegurar el correcto funcionamiento
del sistema como una totalidad, en la comunicación y la emisión de las
decisiones con efectos políticos.
[1]
Harto de Vera, F. (2005) Ciencia Política
y Teoría Política contemporánea. Madrid: Editorial Trotta.
[2]
Roiz, J. (1980) Introducción a la Ciencia
Política. Análisis empírico de la Teoría Empírica contemporánea. Barcelona:
Vicens-Vives.
[3]
Según una aclaratoria que hace Harto de Vera (2005), citando a Roiz (1980)
sostiene que “el término «enfoque» es una traducción del inglés approach, que implica acercarse a,
aproximarse a, abordar. Por tanto, además de la connotación visual en la
traducción española como «enfoque», también hay que incorporar este contenido
de acción, de actividad motora” (pp.133-134)
[4] Easton, D. (1953) The Political System;
(1965) A Framework for Political Analysis; A System Analysis for Political
Life.
[5]
Almond, G. y Powell, B. (1972) Política
comparada. Una concepción evolutiva, Paidós, Buenos Aires.
[6]
Deutsch, K. (1980) Los nervios del gobierno. Modelos de comunicación y control políticos.
Paidós: Buenos Aires.
[7]
L.W. Pye (1968). Political
Systems and Political Development, en S. Rokkan (ed.), Comparative Research across Cultures and Nations, Paris: Mouton.
[8] F.W Riggs, The Comparison of Whole Political Systems,
en R.T. Holt y J. E. Turner, The Methodology of Comparative Research.
[9]
García, R. (2006). Sistemas Complejos.
Conceptos, método y fundamentación epistemológica de la investigación
interdisciplinaria. Barcelona: Gedisa Editorial.
[10] Luhmann,
N. (1993). La teoría política en Estado
de Bienestar. Madrid: Alianza.
[11]
Este es el primer artículo que plantea el concepto de autopoiesis.
[12]
Al respecto, conviene hacer referencia a las consideraciones hechas por Karl W.
Deutsch en su texto “Los Nervios del Gobierno”. En este texto el autor hace una
importante observación sobre el cambio de paradigma en las ciencias sociales,
de adoptar modelos con un trasfondo mecanicista, para suscribir modelos
teóricos de la biología. Deutsch explica el tránsito en el campo científico del
concepto clásico de mecanismo hacia el concepto de organismo: al respecto, el
primero estuvo inspirado en “la relojería” y fue una perspectiva que se desarrolló desde
el siglo XIII: “un modelo aplicado a la descripción de las estrellas en el
sistema de Newton; al gobierno en los escritos de Hobbes y Maquiavelo; a las
teorías sobre “el equilibro de poder” y “los frenos y contrapesos” de Locke,
Montesquieu y los padres fundadores de la Constitución norteamericana; y al
cuerpo humano en autores del siglo XVIII tales como La Metre, en su libro El hombre máquina” (Deutsch, 1980: 58).
Mientras que los modelos en las ciencia inspirados en el organismo son
resultado de las insuficiencias del primero “la insistencia sobre la totalidad,
las interrelaciones, el crecimiento y la evolución -proclamados en la
literatura y educación por Rousseau, y en política por Burke- se reforzó con
vigor durante el siglo XIX, con el desarrollo de las ciencias biológicas, y dio
por resultado la amplia popularidad del concepto de “organismo”…como modelo
apropiado para la realidad”(Deutsch, 1980:61). Sobre esta línea aparece la
autopoiesis dentro del análisis en las ciencias sociales.
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